Edward sube unas de sus cejas mirándote con picardía aunque transformandolo todo a un tono bastante payasil.
-- Yo nunca soy aburrida monada.
Se baja del árbol y con otro alarde de caballerosidad te espera abajo para cogerte y ayudarte.
-- Prefiero que me guardes las energías para lo que nos espera.
Te sonríe de nuevo y de su mochila saca ropa nueva. Se cambia delante de ti, sin dejar de mirarte y sonreirte en cada momento (ni cuando está en gayumbos, que hace un amago de quitarselos también, comienza a reir a carcajadas y exclama: -- Esto se queda!!
Se pone un bañador y unas playeras, una gorra y unas gafas que le tapan media cara.
-- Yo no puedo luchar, no quiero que me reconozcan así que tendrás que moverte tu, ten, te deberíamos pasar más de sapercibido.
Te tiende un bikini y la típica falda hawaiana, después te da una toalla que al colocarla entre dos palos es un muy improvisado cambiador.
-- Aqui tienes, seguro que estarás preciosa, cómo siempre.
Se sienta lejos de ti y espera que te cambies (si no quieres te obliga a hacerlo cambiandote él con los ojos cerraditos). Cuando terminas coje una de tus manos y te hace girar.
-- Perfecta. Que empiece el juego.
Se adentra contigo en el bosque agarrandote con extraño cañirosismo.
-- Es aquí dónde perdí a mis dos rubís, no aprobaron que yo tuviera dos. Comportate cómo si fueras mi novia o también te llevaran los pequeños y adorables gnomos de este bosque y ante todo, no salgas de este camino.
Te coge de la mano después de darte un respetuoso beso en la mejilla y continúa andando.